27 de enero de 2010

Libertad


23 de enero de 2010

Los banqueros

Un banco. A simple vista es sólo un banco. Madera, hierro, pintura, uno, dos, tres, cuatro... seis, ocho... doce tornillos... sí, es un banco. Como éste en el que estoy sentado en medio del parque. Donde las mañanas, las tardes y las noches se hacen eternas. Desde aquí puedo ver otros bancos, tanto a la izquierda como a la... miremos mejor a la izquierda.

Aunque un banco no es un banco sin sus banqueros, al igual que un parque no es un parque sin sus bucaneros. Especies protegidas y variopintas que caminan bajo las sombras de los árboles. Madres que siempre llegan tarde... hombres que buscan trabajo... jóvenes fugitivos de la educación... barrenderos de la soledad...

Pero veamos a los banqueros en toda su acción, es la hora. Puntual. Este banquero trabaja cerca del parque y siempre sale a las 9 de su oficina a desayunar. Sólo es cruzar la calle y se inunda de naturaleza. Siempre a la misma hora, el mismo banco, el mismo papel de plata guardado en una bolsa de plástico, el mismo sándwich... y siempre el mismo cortejo, el mismo comer lento y su mirada siempre fija en mí mientras mastica.

¿Por qué escoge siempre el mismo banco? ¿por qué no aquél? ¿o aquél otro? ¿por qué siempre esa misma mirada? ¿se siente culpable de mi situación? ¿quiere ayudarme? ¿limpiar su conciencia?...

Continua, como siempre, con el mismo cortejo una vez más... se recoge las migajas caídas sobre su corbata, se limpia la boca con una servilleta blanca de papel, se levanta y me mira. Le miro. Nuestras miradas parecen darse la mano en el vacío de la mañana, entre el viento que recorre el parque. El mismo paso dubitativo de siempre... tira los restos en la papelera y se marcha.

Así son las personas. Vemos, oímos y callamos. No somos capaces de levantarnos y cambiar nuestros pasos. Seguimos siempre el mismo camino marcado. Mientras aquí sigo. Vivo, bebo y duermo en el mismo banco desde hace tres años. Como cualquier otro banquero. Yo ya no puedo luchar por cambiar... ¿o sí?

Fuente: Sanlúcar de Barrameda TVi
Autor: David Romero Raposo

12 de enero de 2010

Titilar

Titilar tiritante
de estrellas en el cielo,
de seres que han perdido
su risa en este suelo.

Tiritar titilante
de los cuerpos inertes
que pierden su identidad
en tierra, cal y muerte.